Empiezo esta intervención con un juicio en el que a lo mejor muchos de mis contemporáneos y paisanos no están de acuerdo, sin embargo, me gustaría ponerlo a su consideración.
Es curioso observar cómo aunque la investigación en el terreno de enseñanza de lenguas ha sido muy rica en los últimos años, personas como yo (que aún no llegamos a la tercera década de edad), que hemos tenido el castellano como lengua materna y vivimos en un país donde se habla ésta como lengua oficial, podemos mencionar con tristeza, que nuestro aprendizaje de lenguas (por lo menos de lengua materna en el marco escolar) estuvo plagado de prácticas tradicionalistas.
Es decir, mientras la enseñanza del español se relacionaba con un enfoque vinculado a la lingüística estructuralista (metodología que trataba de implementar la Secretaría de Educación Pública a través de los programas de estudio y programas de formación de docentes), en realidad, terminaba por ser tradicionalista. Los maestros se encargaban de tomar sus libros de texto y repetir al pie de la letra las secuencias que marcaca el libro y ellos, se encargaban de que nosotros memorizáramos lo aprendido en clase. Se priorizaba el manejo de nociones, el reconocimiento de aspectos de la lengua de forma desvinculada y fuera de contextos reales. Prácticas como el dictado de palabras aisladas, identificación de partes de una oración, lectura de rapidez y prácticas de caligrafía eran el pan de todos los días.
Por el contrario, la enseñanza de segundas lenguas (por lo menos las que se adquirían en situaciones extraescolares, es decir, en academias o institutos particulares) diferían muchísimo de las primeras, ya que en su propósito por relacionarnos con la lengua, buscaban en todo momento, que habláramos, leyéramos y que escucháramos en la segunda lengua. Su metodología era una combinación entre gramática tradicional y la lingüística textual.
Era muy curioso observar cómo en muchas clases de inglés o francés nos llevaban canciones, grabaciones de programas de televisión y revistas viejísimas, sin embargo, creo que mis primeros recuerdos de estas clases se relacionan con una experiencia de uso más que de memorización. Propiciaban el debate y trataban de entablar una comunicación entre los alumnos.
1 comentario:
Dices en tu texto: Los maestros se encargaban de tomar sus libros de texto y repetir al pie de la letra las secuencias que marcaca el libro y ellos, se encargaban de que nosotros memorizáramos lo aprendido en clase.
Laura es muy cierto. Cómo era posible que los profesores se fiaran sólo de la memoria, cuando tal vez hubieran empleado otro método de aprendizaje. Dice el refrán que: La memoria es como el mal amigo; cuando más falta te hace, te falla.
Laura, tienes razón al señalar que nuestra lengua materna (el español) siempre fue enseñada con un método tradicionalista (estructuralista). Y también es cierto que las segundas lenguas que fuimos adquiriendo en los colegios particulares mexicanos parecía mucho más dinámica.
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