
Hace algunos años en mi andar como universitaria tuve la necesidad de tomar dos cursos de inglés para obtener el prerrequisito de inglés que la universidad me solicitaba. Decidí tomar los que ofertaba la misma institución, ya que había cierta garantía de obtener la acreditación necesaria. El primer curso lo tomé en un periodo de cuatro meses, tomando 4 hrs. todos los sábados. Yo no sé si porque era sábado y crecí con la idea de que los sábados no vas a la escuela, pero el curso se me hizo sumamente pesado. La sesión se organizaba en dos horas, un receso y otras dos horas de trabajo. Recuerdo que todo era muy esquematizado, es decir, en la primera parte repasabamos cosas de gramática y luego hacíamos actividades de lectura. En las siguientes dos horas hacíamos algunas actividades de interacción oral (las cuales eran sumamente forzadas, ya que se hacía exactamente lo que el manual marcaba y todos los estudiantes se mostraban sumamente apáticos... sin duda, el día que terminaron me sentí sumamente feliz.... no por lo aprendido, sino porque había terminado el curso con una buena nota y porque sólo me faltaría un curso para obtener el prerequisito.
La segunda parte de la pesadilla consistió en el segundo curso en forma de curso de verano, enfocado en la preparación para la obtención del TOEFL. Estas clases las tomé a lo largo de un mes y medio en la misma institución.
Con una dotación de 4 hrs diarias con una estructura de clase similar a la que describí previamente y con una metodología regida por el manual para preparación del TOEFL pasé un verano realmente innolvidable... recuerdo que desde el primer día, la profesora se excusó de la metodología del curso diciendo: ¡este curso tiene como objetivo que pasen el examen, por lo que las actividades se harán tal cual lo marca el manual!
Recuerdo que el ambiente de tensión, flojera y aburrimiento prevalecieron a lo largo del curso. De hecho, creo que todo el mundo contaba cuántas inasistencias podíamos tener para evitarnos la pena de asistir...
Después de ese curso decidí no volver a tomar clases de inglés... lo optimista del asunto es que la lengua no sólo se enseña en estos lugares...
Creo que es sumamente importante mantener cierta frecuencia en el aprendizaje de lenguas, es decir, tomar de dos a tres sesiones semanales y, de ser posible, asistir diariamente.
Considero que no es muy pertinente tomar en una sola sesión más de 3 hrs de clase, ya que el aprendizaje logrado en este tiempo se pierde o se olvida para la próxima sesión si el alumno no tiene la disposición de retomarlo o reflexionarlo a lo largo de toda la semana, creo que puede representar un problema de continuidad en el trabajo del enseñante, ya que tardará más tiempo retomando lo de la clase anterior y haciendo nuevos planteamientos. Además, considero que si no existe una buena planeación por parte de los docentes, estas sesiones terminan por cansar a los alumnos, quienes pueden relacionar esta sensación con su experiencia con la lengua que adquieren y predisponerse ante su aprendizaje.
Por otro lado, reflexionando en cuanto al mejor horario para tomar clases de lenguas, considero que esta es una reflexiòn personal, ya que para muchos adultos y debido a sus ocupaciones, les es más sencillo asistir o muy temprano o muy tarde, pero ninguna de esas situaciones garantiza un aprendizaje, considero que eso depende de la actitud de cada estudiante. En el caso de los pequeños escolares, me atrevería a expresar que es más conviente (en el caso de la educación obligatoria) que tomen sus clases de forma diaria y en las primeras horas de la mañana.