
Hace algunos años tuve la oportunidad de entrevistar a alumnos de secundaria sobre la implementación de una reforma curricular para el estudio de español (como L1) . El objeto de nuestra investigación era conocer algunas prácticas docentes con las que se enseñaba la asignatura y analizar si éstas se desarrollaban en congruencia con el enfoque comunicativo.
Las respuestas de los alumnos no me sorprendieron, lo que sí llamó mi atención fue su espontaneidad y sinceridad al responder sobre el trabajo al interior del aula y su percepción de estas actividades. Los alumnos no tuvieron recato al decir que la mayor parte del tiempo escribían lo que sus docentes les dictaban del libro de texto y que toda la clase se la pasaban copiando textos de cartulinas con resúmenes de los temas, mientras que los docentes revisaban las tareas de los alumnos. Lo curioso del asunto fue que al entrevistar a los profesores, obtuvimos información diferente, es decir, nos comentaron que ellos desarrollaban proyectos didácticos en donde los alumnos interactuaban y reflexionaban de forma oral y escrita sobre el uso de la lengua en situaciones comunicativas distintas (esto parece una cita de los objetivos que persiguen los nuevos programas de estudios). Se cansaron de mencionar que tenían mucho éxito en sus clases y que se notaba un progreso en sus alumnos por la interacción que desarrollaban al interior del aula. Afirmaron en repetidas ocasiones que el desarrollo de secuencias didácticas para el manejo de recursos gramaticales eran los únicos momentos en los que exponían alguna información, pero que la reflexión se daba por parte de los alumnos y se reflejaba en la elaboración de productos (orales y escritos). Cabe mencionar que esta situación que no fue del todo cierta, ya que al revisar los productos de los alumnos y los cuadernos de apuntes, percibimos que habían sido dictados u obtenidos de una misma fuente, casi de forma textual.
Cuando volvimos a preguntar a los alumnos sobre sus expectativas de aprendizaje en la asignatura y sobre lo que realmente habían aprendido, su respuesta fue contundente: ¡hemos aprendido a usar el español porque es algo que necesitamos para la vida!
Triste realidad... a veces los profesores creen que enseñan bajo algunas teorías psicológicas, o por lo menos, se enganchan con los términos "constructivismo" y su trabajo diario refleja lo contrario de lo que la teoría propone y lo que sí es un hecho es que los alumnos perciben una fragmentación entre el español que se enseña en las aulas con el que ellos utilizan fuera de la escuela.
Más allá de esta crítica, existen algunas situaciones que no cambian... a quince años de distancia y con otros programas de estudios como referencia, mi experiencia como estudiante no cambió en relación con la de los alumnos entrevistados. Si bien recuerdo, mi trabajo en la clase de español consistía en memorizar las reglas ortográficas y sintácticas, aprender nociones e identificar ejemplos de oraciones, sin embargo, creo que nunca hice un buen análisis de las oraciones ni del contexto en el que aparecían. Aún tengo la percepción de que todo implicaba una memorización, al fin y al cabo, los exámenes eran de opción múltiple y en realidad yo no tenía que opinar mucho sobre el tema.
Por el contrario, mis clases de inglés y francés estaban llenas de secuencias en donde nos ubicaban en un contexto y nos enseñaban el vocabulario a trabajar, hacíamos actividades de lectura y escritura a partir de ejemplos que nos ponían en los libros de texto y en ocasiones trabajábamos con secuencias de roles o imitación a partir de las situaciones que nos planteaban en el libro. En mi criterio, lo divertido de estas clases era dar dieran rienda suelta a la imaginación y usar, aunque fuera con dificultad, la L2.
Ahora hago una reflexión, de primera impresión parece que este tipo de prácticas responden al seguimiento de una teoría entre constructivista y conductista, pero mi pregunta es: ¿qué tan constructivista o conductista pueden ser estas prácticas cuando el profesor sigue al pie de la letra lo que los libros de texto y los métodos de enseñanza, que alguien más designó, marcan?
2 comentarios:
Molt interessant l'article, Laura.
Vull pensar que a l'estudi que vas dur a terme vas topar amb un cas excepcional i gairebé fraudulent -no crec que el professorat no fos capaç de reconèixer les diferents teories lingüístiques, sinó més aviat que sí les coneixien, però els era més còmode ensenyar com es feia "fa anys" -almenys aquí.
I és precisament el que t'acabo de comentar, "ensenyar com fa anys", on vull entrar:
La veritat és que la manera d'ensenyar que tennien els professors i professores que has mencionat em recorda molt a la manera com es devia ensenyar abans, seguint el peu de la lletra un llibre de text i sense poder posar en qüestió el que anunciava el professorat, que només li calia unes ales d'àngel per ser considerat "imatges divines".
El fet que aprenguessis les llengües estrangeres mitjançant altres mètodes ho corrobora: tu ets mexicana, i per tant no sé en quin nivell es troba la vostra societat; això no obstant, el que sí que sé és que la societat espanyola -ara no sé si incloure-hi la catalana- sempre ha anat a remolc d'altres societats més avançades com ara l'anglesa i la francesa. Com a mostra, el fet que la didàctica de llengües ja avancés cap a terrenys que tot just s'estan començant a explorar aquí.
Triste realidad... a veces los profesores creen que enseñan bajo algunas teorías psicológicas, o por lo menos, se enganchan con los términos "constructivismo" y su trabajo diario refleja lo contrario de lo que la teoría propone y lo que sí es un hecho es que los alumnos perciben una fragmentación entre el español que se enseña en las aulas con el que ellos utilizan fuera de la escuela.
Cierto. Muchas veces nada es lo que parece. Los profesores creemos que transmitimos mediante una teoría y parece que nos desviamos sin querer: suele suceder. También es cierto que muchas veces los alumnos perciben que lo que se enseña en la clase difere totalemente de lo que se aplica en la realidad.
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