
Esta reflexión me hizo volver a mis años mozos cuando asistía a la primaria... recuerdo que en aquél tiempo la promoción a la lectura y las bibliotecas de aula eran una novedad en el ámbito educativo. Recuerdo qué tan feliz me hacía ir los viernes a la escuela, recuerdo que las dos últimas horas estaban dedicadas a explorar los materiales del "Rincón de lecturas" y leer los textos que más nos gustabaran, ¡de verdad que eso era motivante!... lamentablemente, creo que esta rica sensación no la he vuelto a experimentar, sin embargo, creo que lo más parecido ha sido en la Alianza Francesa de mi ciudad. Recuerdo que esta sucursal de la Alianza estaba localizada en un parque cerca de mi casa. El centro se conformaba por dos aulas y un lavabo. Al interior de cada aula se encontraban las bancas (que no estaban fijas), una pizarra al frente y unos libreros al frente. La decoración consistía en un mapa de Francia y algunas imágenes de francoparlantes. Sin duda, el mayor atractivo se centraba en la vista al parque que se podía tener desde las grandes ventanas del salón. Creo que mucho de mi aprendizaje se debe al entorno donde tomaba clase... muy agradable. Por las dimensiones del espacio y el número de alumnos (población de 5 alumnos de mi edad), el trabajo en equipo y la interacción se podía llevar muy bien. El espacio era muy agradable, aunque las prácticas docentes eran un poco tradicionalistas y algunas actividades llegaban a ser monótonas y poco alentadoras, esas actividades donde teníamos que pasar a la pizarra a contestar alguna pregunta específica, eran prácticas casi automáticas.
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